Habíamos decidido pasar dos noches en Skye, en la casa de Lyn y Mick, así que hoy no hay que hacer maleta, recoger cargadores, etc. Bajamos a desayunar a eso de las 8, como habíamos acordado. Mientras lo hacemos y disfrutamos de las vistas, charlamos con Mick acerca de muchas cosas distintas: el tiempo en Escocia, la fotografía, los animales que se ven desde ese » marco incomparable «, motos, el TT, la Isla de Man… el tiempo pasa volando y nos dan las 9, enseguida notamos que a Lyn no le hace gracia que pasemos tanto tiempo de cháchara. Poco a poco nos dimos cuenta, observando detalles como: la cantidad de papelitos pegados por la habitación con lo que se debe y no se debe hacer, la completa hoja de instrucciones que nos encontramos al llegar a la habitación, lo impecable e impertérrito de todas las estancias de la casa y las miradas, gestos y alguna palabra a Mick… detrás de esa dulce sonrisa, se «esconde» una mujer controladora y casi obsesionada con el orden y la limpieza.

Nos encanta montarnos estas películas, hacer estos análisis psicológicos basados en cero experiencia en el tema y en unas observaciones muy poco contrastadas ;).

Sea como fuere, ambos, se portaron genial con nosotros y la casa y la habitación son perfectas.

Con menos carga de lo habitual, salimos dirección Neist Point. De nuevo el día es horrible, chispea, está nublado, hace fresco, pero Mick nos ha dicho que solo hay un 1% de probabilidad de lluvia, así que nos arriesgamos a no poner los chubasqueros. Nuestra valentía nos dura apenas unos minutos, momento en el que, de nuevo, paramos en una parada de autobús a ponernos los trajes de agua.

Neist Point es un conocido acantilado, espectacular, que tiene un impresionante faro en su parte posterior. Teóricamente, para poder ver el faro, tienes que caminar por un paso de cemento muy empinado, durante unos 20 minutos.

A medida que nos acercamos el tiempo empeora, llueve más y hay niebla, lo que no ayuda nada a tener una buena vista. Llegamos al parking, encontramos un sitio perfecto, dejamos los cascos en la moto, pero mantenemos los chubasqueros, ya que llueve. Nos asomamos y la vista desde arriba es tremenda, aunque el faro no se ve porque el propio acantilado lo tapa. Habíamos leído, que caminando a la derecha del parking y subiendo un poco, se podía ver el faro sin tener que bajar. Así que allá fuimos, A. se rindió a medio camino porque con todo el traje era imposible caminar, yo seguí un poco más hasta que por fin, vi el faro. A pesar de la niebla la vista es espectacular, da incluso vértigo. Mucho más si pensamos como habrán hecho para bajar todos los materiales para construir eso.

De vuelta a la moto, nos ponemos los cascos, mientras la gente, curiosa, nos mira cómo diciendo «que diantres hacen estos aquí en moto». La niebla se había vuelto más densa y la visión era cada vez peor. Bajamos con mucho cuidado por la carretera de un solo carril. Nos cruzamos con varios coches y caravanas. En estas carreteras, tan habituales aquí, la gente, en general, es muy amable y espera en los passing places cuando viene alguien de frente. Seguimos a un coche que va a toda leche, nos va abriendo camino :), en una curva a izquierdas aparece una caravana, francesa, que se ha saltado el passing place y ahora no pasamos, ni el coche ni nosotros. Por suerte es cuesta arriba y podemos dar para atrás :). En general en estos sitios, siempre que alguien te deja pasar o cuando tú dejas pasar, se da las gracias con la mano, excepto si tu matrícula es alemana, que parece que no va contigo eso de ser agradecido.

Llegamos a Dunvegan, repostamos y buscamos un sitio donde comer. Todo está cerrado, nos encontramos con otros moteros que están también buscando restaurante. Nosotros nos paramos en una especie de café que anuncia comida con las mejores vistas. Los moteros, sabios, van en busca de otro sitio. Pedimos una ensalada de pollo para mí y sopa y sándwich de salmón para A. Cuando los platos llegan, son bastante pequeños y la ensalada no es tal. Así que tenemos que quitarnos el hambre con un par de trozos de tarta.

Después de haber pagado una insultante cantidad de dinero por esa comida, continuamos viaje. No habíamos planificado donde ir, pero nos han hablado bien de una zona por la que pasamos cerca ayer, en Uig (donde el pub de los borrachos), hay una carretera llamada la Fairy Glenn. Buscamos Uig en el GPS, una media hora, así que nos vamos.

Las carreteras no dejan de sorprendernos, aunque el piso no es perfecto, son siempre divertidas. Llegamos a Uig, preguntamos en una gasolinera y volvemos para atrás a coger la carretera hacia Fairy Glenn. Al principio no tiene mucho historia, pero una milla después, la carretera empieza circular entre una especie de pequeñas montañas, muy verdes, pequeñas, con pequeñas piedras en el fondo. Realmente parece que en cualquier momento un gnomo o un hobbit va a salir de detrás de una de ellas :). Vamos hasta el final, una milla después, damos la vuelta y aparcamos. Ha parado de llover lo que nos viene mas que bien para pasear un rato, hacer unas fotos y, sobre todo, disfrutar de ese bonito entorno.

Sin rumbo fijo, elegimos un punto al sur en el GPS en una zona que no habiamos visitado y nos vamos. La idea era, hacer un poco de tiempo y tratar de conocer algo que no habíamos visto. De nuevo en ruta, vuelven a caer unas gotas, bajamos por la carretera principal, ancha, mejor asfaltada y con buenas curvas, aunque mucho trafico. Cogemos un desvío a la derecha hacia Dunvegan y descubrimos una serie de curvas, seguidas de más curvas y después … mas curvas. A pesar de la lluvia y el piso mojado, disfrutamos de lo lindo. Entonces nos desviamos de nuevo, cogemos una carretera «single track»  de nuevo, que no sabemos a donde nos lleva. Después de unas cuantas millas, a la derecha, vemos lo que parece una cascada, la carretera la rodea por encima y baja hacia el otro lado. Seguimos con la esperanza de poder verla mejor y tenemos suerte! Nos detenemos en uno de los passing place en una curva en bajada y ahi esta. Lo bueno de ir con la moto, que nos podemos parar sin molestar a los demás coches. La cascada es mas grande de lo que parecía, tiene tres a caídas diferentes a tres alturas y baja un montón de agua por ella. Impresionante.
Seguimos ruta y a una milla nos encontramos la destileria de Talisker que un amigo nos dijo que merecía la pena. Por desgracia ya no se podían hacer visitas, asi que nos quedamos sin verla.

Ya sin traje de aguas, volvemos a la carretera, hacemos la ruta hasta la casa de nuevo, nos cambiamos y bajamos al mismo pub a cenar.

Ha sido un día completo, mucha agua, pero hemos disfrutado como éramos. Mañana abandonamos la isla y ponemos rumbo a Fort William y Oban.

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