Hay muchas cosas que nos están encantando de Escocia, pero una de las que más es la gente. En general son extremadamente amables y serviciales. Desde un señor en una gasolinera que mientras le pagamos nos pregunta dónde vamos y nos sugiere un sitio donde parar a tomar un café y que visitemos determinado pueblo. Hasta una señora a la que le preguntamos por nuestro B&B que al no saber contestarnos nos acompaña y charla con nosotros, no sólo para ver si nos puede ayudar, sino también para conversar un poco sobre nuestro origen, sus plantas, la lluvia…

Viajar, además, alojándote en B&B te da la oportunidad de conocer a mucha gente, tanto los dueños de los mismos, como el resto de inquilinos, que al tratarse de un ambiente más familiar, parece que están o estamos, más receptivos a la hora de hablar con los demás.

Hutch y Natasha son un ejemplo perfecto de «hosts» con los que no nos importaría pasar más rato hablando. Nos tiramos un gran rato hablando con ellos, mientras desayunamos. Escocia, España, Belgica, viajes, cultura, música, comida, de todo cabe en nuestra conversación, como nos gustaría poder pasar más tiempo aquí! Por desgracia tenemos que continuar viaje, pero nos quedamos con lo que hemos disfrutado en compañía de está genial pareja y de lo que hemos aprendido con ellos.

Desempaquetamos los chubasqueros, está lloviendo y nos va a tocar embolsarnos. Preparamos la maleta, bajamos todo y lo montamos en la moto. Decidimos que no nos ponemos los trajes de agua, ha parado de llover y vemos el sol a lo lejos.

Nos despedimos, no sin cierta pena y arrancamos. A punto de salir aparece Natasha con la tablet de A…. que cabeza! 🙂

La ruta hoy nos lleva a Lochcarron, pasando por varios pueblos pequeños y siguiendo la línea de la costa. Hoy la carretera es ancha, al menos por ahora, el piso es relativamente bueno, aunque esta un poco húmeda nos permite ir a buen ritmo y disfrutar de las curvas. Viajamos entre valles, tan pronto subiendo como bajando, los verdes son tremendamente fuertes, vivos, el paisaje es impresionante.
De camino paramos a echar gasolina y a «sacar» dinero (como parte del pago de la gasolina). Después de charlar con el «gasolinero» y con un señor que nos pregunto por la moto, el viaje, etc., nos punemos los chubasqueros porque empieza a llover.
Pasan los kilómetros y el hambre empieza a apretar así que, como siempre, improvisamos y nos metemos al primer pueblo que vemos, Strath, y buscamos donde comer. Encontramos un parking con varios sitios y dejamos ahí la moto con los chubasqueros. Entramos en un bistro, es un sitio pequeño, con poca gente. El camarero, un tanto extraño, es un chico joven, muy correcto pero de estos que dan la extraña sensación de ser, el típico asesino en serie. Mientras comemos, bromeamos sobre que hará con los cuerpos y pasamos un buen rato de risas.

Al salir, sigue lloviendo, así que chubasqueros otra vez, que coñazo! La temperatura es relativamente alta, así que no es cómodo ir con el traje de plástico.

Retomamos la ruta, volviendo a la carretera por la que veníamos y continuamos. Las carreteras van cambiando, cuando llevamos unas cuantas millas por una carretera estrecha, entre montañas, parece que la lluvia nos da tregua y quitamos los trajes de agua. Que descanso! Que calor hace con eso puesto. Fotos en una zona espectacular con el río al lado y seguimos.

Nuestra idea era visitar Applecross, un sitio que nos han dicho es una pasada, pero que con mal tiempo no es bueno visitar porque suele haber niebla y frío y no se ve nada. A unas 3 millas de la salida, en una de esas zonas en mitad de la nada, empieza a chispear y en cuestión de segundos jarrea. Llueve mucho, fuerte y continuó. No hay donde resguardarse y no llevamos los trajes de agua. No pasan ni treinta segundos y ya noto el agua por el cuerpo, ya la hemos liado… por suerte estamos a unas 8 millas del alojamiento, pero ahora sí que no podemos ir a Applecross… todo el día pasando calor con el chubasquero para cubrirnos de los pequeños chubascos y ahora que realmente nos hacían falta no los llevamos puestos.

Llegamos a Lochcarron, seguimos las indicaciones de la dueña de la casa para encontrarla, pero no hay forma. Preguntamos a una señora que nos trata de ayudar, pero no sabe dónde es, mientras tanto nos pregunta porque la E de la matrícula de nuestra moto, si somos «from Spain», le explicamos por qué, charlamos un poco con ella y continuamos agradeciéndole la ayuda.

Conseguimos centrarnos en las indicaciones y, por fin, encontramos la casa… ha dejado de llover!!

Chuillin es el nombre del B&B que Ann regenta. Es una casa grande, en una planta, con varias habitaciones que se dispersan por un largo pasillo. La casa está en un alto, se puede ver el mar entrando en Lochcarron, los barcos amarrados, como no, la vista es espectacular.


Ann aparece, es una señora de unos 60 años, pelo canoso y corto, bajita, con gafas, muy simpática y con un acento muy raro. Nos mima mucho, coge nuestros trajes mojados y se los lleva para ponerlos a secar. Dejamos los chubasqueros y los guantes en la moto, ahora sale el sol y ahí se van a secar más rápido.

Dejamos las cosas en la habitación, nos cambiamos de ropa y preguntamos dónde se puede cenar. Bajamos andando hasta un hotel, pequeño,  cutrecillo, tiene una gran ventanal que da al paseo y al mar. Cenamos, charlamos, cotilleamos al resto de comensales y nos vamos. No sin antes esperar en la puerta unos minutos hasta que otra descarga de lluvia se pase.

Cuando llegamos voy a la moto a ver cómo están los guantes que deje secando tras el chaparrón. El marido de Ann había recogido todo y tapado el asiento con bolsas de plástico para que no se mojen. Cuando entramos le doy las gracias, preparamos ruta de mañana y a dormir.

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