Y llega el día final, bueno casi, el final será mañana con el viaje de Amsterdam a Bruselas, pero hoy todavía hay ruta que hacer. A las 17 sale el ferry, pero tenemos que estar, como muy tarde, a las 16 allí, así que pensamos hacer una rutilla por la costa, que nos ha dicho la recepcionista que realmente merece la pena, y bajar luego al puerto a coger el ferry.

Como todos los días en las últimas dos semanas, recogemos la maleta, colocamos todos los cables, cargadores y adaptadores de corriente, en la caja en la que los hemos venido trayendo todo el viaje, las chanclas con los playeros (zapatillas de deporte para los no asturianos 😉 ), calcetines dentro de los mismos, para ahorrar espacio, necesser en esta, cables en la otra, forros de chaqueta y pantalón, guantes de invierno… Ya está todo!

Es el primer día desde que salimos del ferry en New Castle, que quitamos los forros en ambos pantalón y chaqueta, hace calor y la previsión es que va a hacer mucho más durante el día.

Desayunamos en el buffet del hotel, nos atiende una camarera que, como no, es española. Viene de Baleares y el de hoy es su segundo día. Nos cuenta que se lanzó para practicar inglés y que bueno, allí estaba. Le hablamos de nuestro viaje, de que ya se nos acaba y le deseamos mucha suerte.

Desayunados y con las maletas en ristre cargo la moto, mientras A. hace el check-out, intentando manteneme lo más a la sombra posible, hace mucho calor!! Dando una vuelta alrededor de la moto, vemos que le hace falta un lavado más que general. Tantos días de lluvia seguidos, carreteras sucias, barro y muchos sitios mal asfaltados han acabado dejandola hecha un cisco. Así que si encontramos un sitio, intentaremos darle, al menos un poco de agua a presión, que se lo ha ganado 🙂

Salimos del hotel hacia la costa, viajamos de rotonda a rotonda, pasamos por una gasolinera y vemos que tiene lavado a presión. Repostamos y dedicamos diez minutos a intentar eliminar los restos de los más de 3000kms. que llevamos a cuestas desde que salimos hace dos semanas.

De nuevo en camino, nuestra primera parada eran las ruinas de la «Spanish battery». Llegamos a un parking, de pago, claro, con unas vistas espectaculares del mar y de las ruinas. Hay mucha gente, entrando y saliendo por la estrecha carretera. Damos unas cuantas vueltas, hace mucho calor y no tenemos mucho tiempo así que A. coge la cámara de video para grabar la zona y seguimos camino.

En la parte de atrás hay otro parking, este limitado a 2 horas máximo, pero sin tener que pagar, entramos pero decidimos seguir y simplemente pasar en la moto por la costa. La entrada es cuesta abajo, así que decido dar la vuelta allí mismo de la que vamos, al comenzar el giro la moto se apaga, por suerte tengo el embrague cogido y nos paramos sin incidecias. Entonces me doy cuenta, esto es lo mismo que pasó el día de Bonawe (aquí lo podéis ver), al girar a tan baja velocidad y mover mucho el manillar, la piña derecha toca en la mochila cubredepósito y presiona el botón de encendido apagando la moto. Por suerte esta vez no pasó nada, habrá que tener más cuidado entonces.

Salimos de allí y viajamos dirección norte, por la costa. La carretera va pasando por playas, repletas de gente, y con los aparcamientos repletos. Hace mucho sol y mucho calor en la moto, vamos pasando despacito, la verdad es que lo que más apetece es coger el bañador, quitar la maldita ropa de moto y pegarse un chapuzón. Pero, por desgracia, no tenemos tiempo para eso.

Seguimos viaje, la baja velocidad y el calor hacen que nos estemos cociendo un poco, así que después de un pequeño rodeo para buscar una sombra, paramos al lado de un restaurante. Ni siquiera entramos, sólo nos bajamos de la moto, bebemos un poco de agua, que siempre llevamos en la cubredepósito y que rellenamos todas las mañanas y volvemos al camino.

Después de llegar a, lo que parece, el final del camino que nos habíamos marcado, damos la vuelta y nos paramos a comer en un restaurante en el medio de un pueblo.

El sitio se llama New Ship, es un edificio grande, pero el restaurante sólo es la mitad del bajo, la otra mitad es el bar. Nos sentamos, sólo hay otra mesa con un señor y sus tres niños, que ya aburridos al haber acabado de comer, se dedican a pintar en una mesa que hay en una esquina, dispuesta para ello, con pinturas y papeles.

Comemos bien, los precios son especialmente baratos para ser Inglaterra y la comida no estuvo nada mal. Charlamos con el dueño, para variar. Tiene tres dianas porque participan, junto con el bar, en un torneos de dardos y algunas pruebas se celebran allí, también tienen una pantalla gigante donde ponen partidos de fútbol y deporte en general.

Pagamos, agradecemos la hospitalidad a nuestro anfitrion que nos desea buen viaje de vuelta y cogemos dirección New Castle de nuevo ya para coger el ferry. Aún es pronto, pero hace demasiado calor para andar dando vueltas sin rumbo :).

Unos 45 minutos después, por fin, llegamos a la entrada del ferry y ya hay cola!! Nos ponemos en la fila de motos, detrás de una pareja que va en una GS matrícula de alemania. No tardan en llegar más y más motos. Esperamos en aquella explanada, al sol, con un calor increíble. Mientras esperamos, charlamos con los moteros que han llegado. Son un grupo de unos 6 u 8, unas 5 motos, muy diversas, desde r´s hasta una GS. Son escoceses y van hacer un viaje por Europa. Hablamos de sus viajes, de los nuestros, de como pueden hacerse esos viajes en esas motos deportivas, del calor, de por qué los trajes de moto siempre son negros y de muchas cosas más. La espera se hace más amena, incluso divertida.

Consejo, si vas a hacer una cola para entrar, por ejemplo a un ferry, aunque vayas en moto y, salvo que haya restricciones, no elijas la fila de las motos. Un coche ocupa mucho más que una moto y lleva, de media dos personas. La cola de coches, por norma general, va más rápida que la de motos 🙂

Preparamos los «ids» (o lo que es lo mismo, los dnis) y los billetes para poder pasar rápido el control. Por suerte es cuesta abajo y no hay que arrancar la moto cada vez que avanzamos. Colocamos sobre la moto, donde podemos, las chaquetas y los cascos porque no nos van a hacer falta para entrar en el ferry. Es importante tener en cuenta que por temas de seguridad, te chequean varias veces el ID y te miran la cara para verificar que eres tú, asi que no merece la pena ponerse el casco para moverse para entrar al ferry.

Llega nuestro turno, entregamos documentación, nos dan las llaves y pasamos. Después de otro control, entramos en el barco, subimos la rampa y aparcamos la moto. Esta vez nos toca en la cola del barco, en una fila estrecha. Entramos marcha atrás, empujados por los operarios, que casi no dan tiempo a A. para bajarse. Atamos la moto, bajamos las maletas, cogemos todo y entramos para intentar llegar al camarote cuanto antes. Hace mucho calor!!!

Esta vez nos toca en el piso 7 en vez del 6 pero el camarote está en el mismo sitio que a la ida. Dejamos las maletas, nos quitamos el traje de moto, ducha fresca, pantalón corto y nos vamos a la cubierta a ver salir el barco del puerto.

Allá por el día 8, cuando llegamos a Lochcarron (aquí tenéis esa crónica), paramos a cenar en el hotel del pueblo. Estando allí, llegó una pareja en una moto, una GS 1200 Adventure, que cenaron cerca de nosotros. Estuvimos cotilleando sobre sus maletas, sobre la moto en sí, sobre sus trajes, que parecían waterprof (lo que nos daba mucha envidia, ya que no necesitaban chubasqueros) y nos fijamos al salir que tenían matrícula alemana. Desde ese día, practicamente todos los días, si no era en un sitio era en otro, nos cruzamos con ellos en algún punto del camino. Tanto como para quedarnos con sus caras. Mientras estábamos en la cola, la vimos a ella preguntar algo en las taquillas del control y la reconocimos también.

Salimos a la cubierta, subimos al piso 11, donde está el sky bar, si, el ferry tiene un bar con terraza :O, pedimos un par de cervezas y como todos los puestos buenos están ocupados, nos bajamos una cubierta. Nada más bajar las escaleras, voilá! de nuevo, la pareja de moteros alemanes, apoyados en la barandilla, aún vestidos de moto. Le digo a A. que les tengo que decir algo, que no puedo resistirme. Así que sin más me acerco, les pregunto si hablan inglés y empezamos a charlar.

Les explicamos que no estamos locos, que los hemos visto casi todos los días durante la última semana, les hablamos del hotel y de la cena, por suerte, se acuerdan. Ute y Henry, son dos alemanes de, digamos, mediana edad, muy simpáticos que viajan a dúo en moto. Ahora lo hacen en la GS juntos, porque Ute ya no puede conducir moto por problemas en los brazos, pero en su momento cada uno viajaba en su moto.

Hablamos de nuestros respectivos viajes, de los sitios que hemos visto, de las coincidencias en ambos viajes, de sus problemas, también, para encontrar alojamiento cerca de Durness, de las carreteras, de las Highlands, de Escocia. A Ute no le gustan los sitios cerrados así que al ferry, ella accede andando, como una pasajera más, mientras Henry aparca la moto en la bodega. Durante aproximadamente una hora, la que el barco tarda en salir, con retraso, hablamos de muchas cosas con ellos. Henry es un poco menos hablador, creemos que porque le cuesta más hablar en inglés, pero cuando hablamos de motos no puede evitar sonreir y entrar al trapo. Son una pareja realmente genial.

 

Nos hacemos varias fotos, intercambiamos tarjetas y quedamos en vernos más tarde en el bar después de la cena.

Cenamos en el «little italy», un par de pizzas, aunque con una nos habría sobrado, y nos sentamos en el bar a tomar un refrigerio. El barco tiene una zona de sofás alineados de dos en dos y enfrentados de cuatro en cuatro con una mesa en el medio, que dan a grandes ventanas, para ser un barco, desde los que se ve el mar. Todos están ocupados, así que nos sentamos en las mesas que hay al otro lado, al acecho, esperando a que algún despistado viajero deje libre su sofá para lanzarnos sobre él.

Mientras tanto por el pasillo, que está entre los sofás y nuestra posición, van pasando toda clase de «personajes» que nos ayudan a pasar un rato entretenido mientras acechamos :). A la primera unos chicos con camisetas de Metalhammer se nos adelantan, pero pocos minutos después, por fin! cazamos un par de sofás en la zona «buena».

La tarde-noche avanza, vemos a lo lejos a Ute y Henry entrar en el Little Italy mientras un cantante, sí, un señor que canta, con su guitarra y todo, prepara el «escenario» para amenizarnos lo que queda de noche. Se nota que ha pasado la tarde tocando en el Sky bar, que está abierto y en el que da el sol. Tiene la cara y los brazos rojos, muy rojos, casi rosados, va a pasar una noche divertida el pobre.

Louis Macteggart es, según dice su tarjeta, un cantante/guitarrista que canta Folk Irlandés, pop, rock y country. Y vaya sí lo es! Diferentes estilos musicales, grandes éxitos y canciones totalmente desconocidas para nosotros, van saliendo de su guitarra y su voz a medida que pasa la noche. Tres sesiones de más o menos, una hora, con un descanso entre ellas, nos entretienen hasta pasadas las 12 de la noche y nos hacen aplaudir y cantar con él incluso. A nosotros y al resto de personas que nos acompañan en la repleta, ahora si, zona del bar. Su vaso para las propinas, se llena poco a poco y cerveza a cerveza, la gente se va animando con el bueno de Louis.

Mientras tanto, Ute y Henry nos preguntan si se pueden sentar con nosotros, hablamos de nuevo de música, del ferry y el cantante, compartimos unas cervezas y pasamos un rato entretenido.

Nos vamos a la piltra que mañana hay que levantarse pronto, nos despedimos de Ute y Henry y quedamos en vernos al día siguiente, volvemos al camarote y a domir, en 6 horas, de nuevo en pie.

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