La noche no ha sido la mejor del viaje, podría decir que de las peores, sólo superada por el anterior ferry. Esta vez el barco no se movía, pero la cama, estrecha y con el colchón demasiado bajo, no dejaron dormir mucho.

Nos levantamos a las 7:30, vamos al bar a desayunar, chocolate, café y un par de croissants por un precio insultantemente caro. Por suerte, tenemos provisiones en el camarote, asi que nos comemos el croissant y nos llevamos la bebida para aliñarla con unas oreo y alguna guarrería más, para no morir de hambre durante la mañana.

Hoy no hay nada interesante, nada más que llevar a casa sanos y salvos y acabar este genial viaje.

No sé si es por el paso del tiempo o por los diferentes viajes y situaciones en las que hemos estado, pero hemos perdido mucho de aquel estres en un día de viaje que solíamos tener, sobre todo yo. De vuelta al camarote con el desayuno, vemos que ya hay gente en el hall con las maletas, preparados para desembarcar, son las 8:15 y la hora de desembarco son las 9:30…

A eso de las 9:15 salimos pertrechados con nuestras bolsas, cascos y chaquetas, yo había reconocido el terreno antes, para saber por dónde teníamos que ir para acceder a la bodega por la puerta correcta. Sabíamos, por el ferry anterior, que 15 minutos antes de la llegada abren las puertas, así que, a pesar de que en información nos dicen que no está abierto todavía, bajamos para el «deck 4» donde está nuestra moto. Como nos temíamos, la puerta está abierta y podemos acceder a la moto. Detrás de nosotros llegan la pareja alemana que estaba esperando delante de nosotros en el ferry y que tiene la moto justo detrás de la nuestra. Delante, varias motos Luxemburguesas, que no estaban ahí cuando aparcamos anoche. Cargamos y desatamos la moto, ya hemos atracado, estamos al fondo del barco y en la segunda planta, en la primera vemos coches y trailers. Tardaremos en salir, así que nos lo tomamos con calma, bromeando con los alemanes y abriendo la puerta automática para que corra el aire, que calor hace también hoy!!!

Nos acordamos de que no nos hemos podido despedir de Ute y Henry, pero esperamos que, al menos, podamos seguir en contacto por email, qué buena idea la de hacer tarjetas de visita y llevarlas siempre a mano!

Los chicos de Luxemburgo, comienzan a cacharrear en una de las motos, una Gs 1200. Parece que buscan algo y les pregunto si les puedo ayudar. El dueño me dice que se dejo la llave en la chaqueta y la chaqueta en el bahúl… con la llave, con lo que no puede acceder a ella. Al parecer lleva una llave escondida debajo del asiento y están tratando de abrirlo. Pasa casi una hora y parece que nos vamos a mover, los luxemburgueses, siguen urgando en la moto para localizar la llave. Mueven su moto empujando y podemos salir. Al igual que en la entrada, sin ponernos los cascos ni las chaquetas. De nuevo a la salida se hacen chequeos de seguridad, así que nos los vamos a tener que quitar. Además, al salir del barco, nos colocan a todos en varias filas diferentes, por orden de salida, para pasar el control. Somos de los últimos en salir del barco, asi que vamos a pasar calor para esperar a salir.

Hacemos la fila, hasta que toca nuestro turno, pasamos el control, salimos de la terminal y, junto con el resto de moteros, nos paramos intentando buscar sombra. Ponemos cascos, chaqueta y guantes, una última mirada al viaje, GPS con dirección casa y salimos.

Eh! recuerda! Carril derecho. Después de dos semanas circulando por el carril izquierdo, de nuevo volvemos a la normalidad. La verdad es que pensé que me iba a costar mucho más adaptarme a conducir por la izquierda, pero salvo los primeros momentos en la autopista, en los que tendía a cambiarme al carril derecho cuando no había nadie a mi alrededor, no he tenido incidencias. el hecho de que los cruces y las rotondas estén muy bien señalizadas, con las lineas y flechas en la carretera, ayuda mucho a no cometer errores.

Parece que formamos parte de una concentración de motos, un gran grupo de ellas vamos, todos juntos, saliendo del puerto y cogiendo la autopista. Poco a poco, nos vamos disgregando, unos hacia Amsterdam, otros hacia Roterdam, cada uno buscando su destino.

Circulamos por la autopista, hace mucho calor, así que vamos intentando hacer entrar aire por las mangas de la chaqueta para que nos refresque un poco. Gran parte del camino que circulamos por Holanda, está limitado a 100 y con radares de tramo de muchos kilómetros, asi que es momento de poner el regulador de velocidad y tener paciencia. Cinco carriles de autopista, recta, llana, en la que circulamos a 100 por hora bajo el ardiente calor. Apuramos un poco la parada, para hacerla más o menos la mitad de camino. Son unas dos horas y media desde el puerto a casa, asi que hacerlo en dos tramos de una hora y cuarto es lo justo para no cansarnos mucho.

Paramos en una gasolinera, no necesitamos respostar pero si beber algo frío y, con suerte, buscar un poco de sombra. Nos paramos justo delante del escaparate de la gasolinera, al lado de otras dos motos, R´s, que están también a la sombra.

Nos bajamos, quitamos los cascos y chaquetas y saludamos a uno de los moteros. El otro se acerca también y comenzamos a hablar. Peter y Karol son dos polacos, muy simpáticos, de unos 30 años, que viven en Londres y que vuelven de un viaje, no sabemos cómo de largo, por Holanda. Lo que sí sabemos, es que vienen de pasar una larga noche en Amsterdam, porque ellos mismos nos lo cuentan. Hablamos de las motos, de los viajes, de las cosas que se pueden hacer en Amsterdam y no en otros sitios (legalmente), mientras A. y yo nos tomamos un refresco. Nos reímos mucho con ellos, pasamos un buen rato, ellos se preparan para irse, nos hacemos una foto y les damos nuestra tarjeta.

Acabamos nuestro refresco, volvemos a ponernos al petate y arrancamos de nuevo. Comentamos lo grande que es esto de viajar en moto, lo que mola la gente que hemos conocido, lo bien que lo hemos pasado a pesar de la lluvia, la pena que nos da que esto se acabe y, como no, en cuál puede ser el siguiente.

Una hora después llegamos al garaje, aparcamos, descargamos y subimos a casa. Han sido quince días de kilómetros, paisajes, calor, frío y lluvia y, sobre todo, gente genial que se ha cruzado en nuestro camino y que nos ha ayudado a disfrutar de nuestro viaje aún más.

Espero que estas crónicas os hayan gustado y que hayan ayudado a transmitir el espíritu de un viaje que, para nosotros ha sido muy especial.

Categories:

Tags:

4 Responses

  1. Buenas David,

    una maravilla de viaje os habéis pegado. En unos días yo me voy con la familia a recorrer toda la isla. Pasaremos en escocia 4 días. Seguro que visitaremos alguno de los sitios que has comentado en tus crónicas, que por cierto me han gustado mucho. Un placer leerlas.
    Muchas gracias por compartir vuestro viaje. Para mí al menos es casi como pasar por los sitios y las situaciones que describes.
    Un gran saludo.

    • Muchas gracias a ti Miguel. Espero que tengas muy buen viaje y me alegro un montón que te gusten mis crónicas, así da gusto escribir 🙂

Deja un comentario