«Tac tac tac … silencio… tac tac tac, silencio» como si de un viejo barco pirata se tratase, la esquina de nuestro camarote rechinaba con el bamboleo del barco. Esa clase de sonido que una vez que lo escuchas, se te mete en la cabeza y no eres capaz de oír otra cosa. Son las 5 de la mañana y no hago más que dar vueltas, menos mal que ya es hora inglesa y es en realidad,para mi cuerpo, las 6 de la mañana. Al resultarme imposible dormir, cojo el móvil y me pongo a escribir el resumen del día anterior hasta que me canso y dejo el móvil de nuevo.

«Ladies and gentleman it’s 8 a.m…» me sobresalto, me he dormido! Y A. También!. Habíamos planeado levantarnos a las 7 para desayunar tranquilamente y hacer la maleta, ya que a las 8:45 habrían el acceso a los vehículos y las 9 empezaba el desembarco. Miro el reloj mientras mi cerebro retoma la traducción del mensaje que se estaba dando por megafonía: «… center Europe time, remember we will arrive at 10.00 a.m., ET or 9.00 a.m. English time…» . Ufff, que descanso. Como para hacer un poco más evidente mi innecesario sobresalto, la alarma de A. comenzó a sonar y la que yo había puesto en la tablet también. Estábamos en hora y aún quedaban 2 horas para desembarcar.

Nos preparamos rápido, desayunamos y preparamos la maleta. Esta vez las maletas cerraban mejor porque colocamos los forros a la chaqueta y pantalón ya que la previsión es que las temperaturas van a ser bajas.

Ya estamos listos! Cargados, caminando torpemente con todos nuestros petates entre los pasajeros que nos miran como si fuésemos extraterrestres, bajamos a la cubierta 4 y entramos a la zona de carga. Ahí sigue nuestra moto! Encajamos las maletas de nuevo y a esperar. La mayoría de los moteros de nuestro alrededor ya están también en el lugar.

Los coches también se van llenando y después de unos 20 minutos, todo el mundo empieza a impacientarse. Hace mucho calor, más teniendo en cuenta que hemos puesto los forros a la ropa, así que decidimos esperar hasta el final para acabar de ponernos los trajes. Tanto que casi nos pilla el toro, cuando la fila de coches y motos se empieza a mover nos enfundamos casco, chaqueta y… salir! Ni los guantes siquiera! Bajamos la rampa del barco, tierra! Una muy organizada cola, formada en diferentes filas paralelas, se va formando en el puerto. Nos quedamos al sol un rato y enseguida nos toca ponernos para pasar el control de pasaportes. Nos indican que tenemos que quitarnos el casco, vaya con lo bien que lo habíamos hecho poniéndolo a toda leche. Una vez pasado el control y re colocada la equipación, estamos listos, ya estamos en Escocia!

Los primeros metros son de pura concentración, conducir por la izquierda, rotondas por el lado contrario y, sobre todo, acostumbrarse a mirar al lado contrario en los cruces. «Por suerte» el gps decide darnos una breve ruta por los alrededores del puerto, con lo que nos acostumbramos rápido a la nueva situación.

Por fin tomamos rumbo a Edimburgo, la carretera esta en obras y unas amables señales nos recuerdan que la velocidad esta limitada a 30 y que hay «speed cameras». Así que a 30 vamos, por el carril izquierdo (que es el derecho en realidad). Enseguida notamos que los coches nos pasan y pensamos «si que respetan poco las señales estos ingleses»… pero después de un rato, un buen rato, varias señales nos llevan a repensar que estamos haciendo: el gps nos dice que el límite es 50, no 30, los coches nos pasan, las señales indican las yardas que quedan para la próxima salida… ya os habéis dado cuenta?

– «Son millas por hora!!!» – A. grita a través del intercomunicador seguido de una hiriente y ruidosa carcajada que puedo oír por fuera del casco. A lo que yo contesto…

– «No me jod**!» – Mientras subo la velocidad y no puedo evitar comenzar a reírme también. – «Tengo que poner el Tomtom en millas, esto no puede ser.» – Afirmo convencido de que no querer repetir el mismo error de nuevo.

La carretera es una mezcla de autopista y carretera convencional con tramos desdoblados y tramos que solo tienen un carril para cada sentido. Discurre cerca del borde del mar, de hecho podemos verlo muchas veces. Hay mucho tráfico, demasiado y muchas caravanas y autocaravanas. Nos acordamos de los locos de Top Gear y de su odio a ese tipo de vehículos.

Buscamos una gasolinera, no solo para repostar, sino también para sacar dinero. Una de las cosas que se puede hacer en Inglaterra es, a la vez que pagas gasolina o la compra en el super, pedir que te den dinero en metálico. Te lo cargan a la tarjeta con la que estés pagando y, teóricamente, el cambio y las comisiones son mucho mejores que si, por ejemplo, vas a un cajero. Lamentablemente ninguna de nuestras tarjetas permite eso, así que después de formar una cola monumental en la gasolinera tras probar tres tarjetas distintas, pagamos solo la gasolina e intentamos lo del dinero en un cajero que hay en la misma gasolinera.

Perdimos el tiempo justo para que, cuando volvimos a la moto, comenzase a llover, mejor dicho a jarrear. Así que sacamos los chubasqueros, nos los pusimos, no sin cierta lucha con ellos, y salimos por fin. Ni que decir tiene que a los 5 minutos ya no llovía.

Ya empezábamos a sentir hambre asi que tras un intento fallido, entramos en Dunbar buscando un sitio donde comer. Aparcamos en el centro y buscamos un sitio donde comer. Unos spaghettis, agua, cerveza y postre y estamos con las pilas cargadas para continuar.

Aprovechamos para buscar alojamiento para la noche, encontramos en Dunfermline, al norte de Edimburgo, un hotel con buena pinta, desayuno incluido y bien de precio. Sorprendentemente, los B&B tiene precios bastante altos y la mayoría de los hoteles normalitos son incluso mas baratos.

Una hora de camino en el que pudimos disfrutar del atasco en los alrededores de Edimburgo y unas cuantas curvas antes de llegar a nuestro destino.
Os hablaré de Dunfermline en otro post, que son las 10 de la mañana y tenemos que irnos!!!

Hoy llegaremos a Aberdeen , lluvia mediante.

Categories:

Tags:

One response

Deja un comentario