Hace unos meses visitamos la Selva Negra y nos quedamos con la espinita de visitar la Alsacia. Aprovechando el puente del 1 de noviembre, hemos decidido tratar de enmendar esa «falta»

Esta mañana, a eso de las 10 de la mañana, ya teníamos todo listo para salir. Por desgracia viajar en Noviembre no es lo mejor, ya que hay menos luz y hay muchas más opciones de que el tiempo no acompañe… y bueno… así ha sido.

Con todas nuestras armas contra el frío y la lluvia, salimos hacia Luxemburgo, con la idea de cruzar Bélgica, atravesar Luxemburgo entrando por Bastogne y, llegando a Vianden pasar a Alemania.

Unos 9 grados nos recibían nada más sacar La Estela del garaje. Cogimos la autopista y tiramos los primeros 100 kms. sin parar. Pero la aburrida autopista, el frío y el hambre que empezaba a aparecer nos hizo salirnos en Marché en Famenne a buscar un sitio donde comer. La búsqueda fue infructuosa, así que nos desviamos aún más de la ruta y nos fuimos a La Roche en Ardenne a probar suerte. Justo cuando la lluvia empezaba a hacer acto de presencia, llegamos, aparcamos y nos fuimos a comer.

Una hora después , con el estómago lleno y la temperatura de nuestros cuerpos recuperada, nos ponemos en marcha.

Llueve, el día se ha puesto muy feo, es la una del medio día y hay muy poca luz. A. se pone el chubasquero, a duras penas porque con tanta ropa es difícil moverse :).

Salimos dirección Vianden, tenemos que volver a la ruta definida y repostar. Pensaba esperar a llegar a Luxemburgo para echar gasolina, ya que allí es mucho más barata, pero con estos kms. extra no nos va a dar.

Curva tras curva maldigo el tiempo, esta carretera es espectacular pero el piso mojado y la lluvia hacen que haya que extremar las precauciones.

Después de repostar, continuamos viaje, no más autopista, kilómetro a kilómetro vamos recordando porqué nos enamoramos de esta zona la otra vez que pasamos por aquí. A pesar de la lluvia y el frío, disfrutamos circulando por las carreteras de Luxemburgo, curvas, buen asfalto, subidas y bajadas, poco tráfico. El otoño y la lluvia dan a las estrechas carreteras entre árboles un colorido impresionante.

«ay! Si estuviese seco!» – no paro de repetirme dentro del casco.

Llegamos por fin a Vianden, con los pies helados, pero contentos. Aparcamos en el puente y vamos al primer bar que encontramos, queremos algo caliente!

Un chocolate caliente, que A. usa para calentar las manos aferrándose al vaso durante un buen rato, y la calefacción del sitio vuelven nuestros cuerpos a una temperatura normal.

Decidimos recortar la ruta, ya que a estas alturas la previsión era que íbamos a llegar de noche y que la lluvia no iba a parar. En esas condiciones, por muy bonita que fuese la ruta, no la íbamos a disfrutar y no iba a hacer más alargar nuestro sufrimiento. Aun así pasaremos por Trier, antes de llegar a nuestro destino, un impronunciable pueblo Alemán.

Con los ánimos renovados, volvemos a la carretera. El tiempo empeora, llueve y, sobre todo, bancos de niebla empiezan a aparecer de forma constante a medida que subimos y bajamos. La visibilidad a veces es muy baja y damos gracias a que al tener el GPS podemos prever para donde va la carretera.

Cogemos la autopista hacia Trier. Decidimos que vamos a intentar, al menos ver el centro o pasar con la moto, por aquello de decir que no hemos pasado en balde.

Llueve, se ha hecho de noche y en la autopista cada poco nos encontramos tramos de obras.

Nos desviamos hacia Trier, damos unas cuantas vueltas en lo que se supone que es el centro pero no encontramos nada interesante, paramos a estirar las piernas y volvemos a la carretera.

Nos queda una hora de camino, para más INRI los intercomunicadores han dejado de funcionar. Circulamos por la autopista, no es en absoluto recta y a ratos hay bancos de niebla. Tenemos unos 6º y con la humedad, el frío cala en nuestros pies, menos protegidos.

Nos entretenemos con un tipo en un Clío que durante kilómetros parece querer «jugar con nosotros». Nos adelanta, reduce la velocidad, lo pasamos, nos adelanta. Al principio nos hizo gracia la actitud, luego cuando iba delante de nosotros y se iba echando a la izquierda y derecha sin sentido no nos hizo tanta y le dejamos distancia. Obras, que limitan la autopista a un carril y la velocidad a 60 a ratos no nos ayudan a conseguir nuestro objetivo: llegar!

Pero no hay que cien años dure y, por fin, llegamos a Sarrebruck. Encontramos el hotel, hacemos checkin, descargamos las cosas y a cenar. No dejan de sorprendernos los horarios de algunos sitios, buscando un restaurante para cenar, a eso de las 19:55, la cocina ya estaba cerrada en uno de ellos ??‍♂️

Con el estómago lleno y bastante cansados, nos regalamos un copazo en el bar del hotel y a dormir. Ha sido un día muy cansado y esto es sólo el principio…

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