Segundo día por tierras holandesas y hoy tocaba conocer la ciudad. O al menos parte de ella. Con la moto a buen recaudo en el parking y aprovechando la cercanía al centro caminamos cámara en ristre.

La Haya no es de las ciudades que más nos ha gustado. Quizás acostumbrados al encanto de Gante o Brujas, La Haya nos ha parecido, sobre todo, más sucia.  Quizás el caótico tráfico de bicicletas y scooters y la gran cantidad de obras alrededor tampoco ha ayudado. Si bien he de decir que la zona de Mauritshuis y el Hofvijver nos gustó mucho con la mezcla de agua, flores y edificios antiguos a los que contemplan los monstruosos rascacielos modernos.

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Casi sin darnos cuenta acabamos en el barrio chino, en el que sorprendentemente la mayoría de los negocios no estaban regentados por chinos :o.

Nos habían recomendado el restaurante Le Gone, tratoria francesa. Nos pasamos antes a reservar(por suerte según vimos luego) y conocimos al simpatico dueño del local, al que todos llamaban Chef. Tras un breve paseo por los alrededores, plagados de galerías de arte y tiendas que vendían casi de todo, decidimos adelantarnos un poco a la reserva y tomarnos algo en el propio restaurante.

Le Gone es un sitio pequeño, muy familiar en el que el Chef es muy cordial y amable con toda la gente. La comida estaba muy rica(no os voy a dar detalles porque soy bastante poco gourmet y lo estropearia) y por unos 30 euros por cabeza comidos una buena ensalada y una pierna de cordero en salsa y una fuente de patatas. Además de sendos postres y café. Comparándolo con España es tremendamente caro, pero visto lo visto en Bélgica y Holanda, se podría decir que es de precio contenido.

La tarde era el momento de buscar relax y con esa intención nos dirigimos al sur, a la playa de «Elements Beach». Una enorme playa en la costa sur de Holanda, justo aqui.  A la playa no se puede llegar en coche como tal. El aparcamiento (de pago para los coches), está más o menos a un km. de la entrada de la playa. Por suerte, hay una zona reservada para aparcar motos… gratis claro 🙂 (de nuevo un 10 para los holandeses). El paseo hasta la playa desde el parking merece la pena porque cuando llegas a ella te encuentras  esto:

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A pesar del buen tiempo, del calor y de la época, una nada poblada y enorme extensión de arena blanca en la que se estaba maravillosamente. Además, a derecha e izquierda tienes sendos bares/restaurantes, de esos que en España ya no se pueden tener, de los que están dentro de la playa. Si a eso añadimos la temperatura del agua que permitía bañarse sin notar que habías perdido alguna extremidad, hacía de la zona el sitio perfecto para pasar la tarde… y así lo hicimos.

Cuando el hambre apretó nos fuimos a uno de los «chiringuitos», pizza, cervecita y ice tea (para el conductor) y a descansar un rato… más 🙂

Con el estómago lleno y la satisfacción de una buena tarde, recorrimos de nuevo el kilómetro de vuelta al parking, nos enfundamos el traje de moto y de vuelta al hotel. Cerveza bien fresquita y a la cama que el sábado hay que madrugar.

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