Aunque los planes iniciales eran ir al norte a ver a un amigo motero. La mañana del sábado se despertó nublada y con toda la aparente intención de comenzar a llover. Así que, después de cancelar los planes, nos lo tomamos con calma y nos dispusimos a ir a conocer algo más de La Haya.

Pero cuando ya la esperanza estaba perdida, las nubes se despejaron y el radiante sol nos obligó a cambiar de planes de nuevo. Ya era tarde para irse de viaje al norte así que decidímos volver a la playa que tanto nos había gustado.

25 minutos después llegamos al aparcamiento de motos de nuevo y dada la hora y que ya se nos había olvidado el desayuno del buffet, comimos en el restaurante situado justo en frente del parking. (aquí, para más señas)

Brisita fresca, bebida fria y comida … casi el paraíso.

Con el hambre saciada, recorrimos de nuevo el paseo hasta la playa, ya conocido, imaginando lo que «molaria» tener una casita en la urbanizacion que esta justo en la entrada y pensando en cuando volver.

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 Unas horitas de descanso, siesta, marujeo de «vecinos» y, sobre todo, relax en la playa sentaron muy bien.

Pasada la tarde, volvimos al hotel a darnos una duchita y a salir a cenar, que nos lo habíamos ganado :). A pesar de nuestros intentos por llevar al GPS por el buen camino… él siempre gana, como podéis ver en la ruta que hicimos para ir a la playa.

playaSabado

Echados ya a la calle para buscar viandas que ingerir y dado que ya era tarde para nuestros amigos holandeses, decidimos ir al mismo sitio en el que ya habíamos estado el primer día. Se llama Le Connaiseur y merece la pena visitarlo. Aunque en la terraza se está estupendamente, esta vez decidimos entrar porque ya estaba refrescando y, por qué no decirlo, la terraza estaba vacía lo que era señal inequívoca de que no era el mejor momento de terracear. El interior del sitio nos sorprendió mucho, merece la pena verlo. Tiene unas grandes ruedas metálicas en la parte posterior de la barra y gran altura ya que tiene dos plantas. Como digo, mejor verlo.  Los camareros muy majos, incluso el que nos atendió el jueves se acordaba de nuestro careto y de qué habíamos bebido.

Una mesa ruidosa al lado de unas 15 personas (todas ya entraditas en años) que celebraban un cumpleaños o algún tipo de aniversario, nos amenizó parte de la cena. El restaurante tiene un menú que te permite elegir entre primer y segundo plato, curiosamente la mayoría de los platos tienen nombre español (el primero de los segundos platos es «Lomo de Cerdo»).

Paseo de vuelta hacia el hotel, que estaba a pocos metros del sitio y a preparar la maleta que mañana hay que volver a casa.

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