Ayer hicimos demasiadas carreteras estrechas, demasiados cruces y muchas subidas y bajadas. Esto pasa cuando tratas de hacer rutas fiándote del creador de rutas del Tomtom y de sus criterios de añadir montañas o curvas a la ruta.

Para hoy queríamos disfrutar más de hacer 10kms. o más seguidos sin tener que parar en un stop, semáforo o sucedáneo.

Así que al preparar la ruta, decidimos ir a lo seguro. Ya habíamos estado en Durbuy y hemos pasado muchas veces por la Roche en Ardenne, pero eso nos daba igual, como suelen decir, lo importante no es el destino sino el camino.

Buscamos cuatro puntos interesantes y no nos complicamos más. He de decir que fue un éxito rotundo.

De nuevo salimos tarde con una temperatura tremenda para la época, unos 16°. Lo bueno de estar toda la semana en la misma casa, es que podemos rodar en la moto sin el peso de las maletas, así se hace todo más cómodo.

De Vielsalm nos dirigimos a Durbuy, primero por carreteras más rectas pero a medida que nos acercamos a la ciudad, se tornan más divertidas. Aunque el asfalto deja mucho que desear en algunas zonas, vamos soltándonos y rodando más y más cómodos.

Hoy hacemos pocas paradas, por un lado porque estamos disfrutando del camino, por otro porque, como decía ayer, no queremos tener demasiado contacto en general. Así que estas crónicas no son muy detalladas tampoco, como en nuestro día a día actual, no hay grandes cosas que contar.

El objetivo es rodar, disfrutar de la carretera, sentir en viento en la cara, como decía el anuncio y olvidarnos de todo lo demás, sobre todo de lo malo.

Y así lo hacemos, derecha e izquierda, vamos recorriendo los kilómetros, entre árboles y el río hasta que llegamos a Durbuy.

Como decía al principio ya hemos estado aquí varias veces pero nos encanta así que es un placer volver. Durbuy es una pequeña ciudad muy turística, metida en un valle. Tiene un castillo bien conservado, o restaurado, en una de sus entradas, pegado al río. Sus calles estrechas y empedradas y la siempre boyante actividad de turistas, tiendas, terrazas le da un encanto especial.

Pero hoy es distinto, el encanto de sus calles estrechas y empedradas sigue ahí, su castillo, el río permanecen intactos, pero no queda nada de esa actividad, de ese bullicio, de ese continuo transitar de gente.

Nos paramos en la plaza, compramos una botella de agua en el único local de todos que está abierto: una heladería al aire libre. Algunos turistas despistados, como nosotros, pasean por la calle con su mascarilla en ristre.

Descansamos un poco, hacemos una foto y volvemos a la moto. Ya en marcha reflexionamos sobre el daño que esto está haciendo, no solo a la economía, sino a la vida en general en estos sitios.

Pero dejemos los momentos de reflexión por ahora y volvamos a la carretera.

De nuevo curvas, subidas, bajadas, mal asfalto a ratos y, sobre todo, mucha diversión. Después de los kilómetros que llevamos estos días, mi cuerpo parece haberse acostumbrado ya al movimiento de la moto y mi estómago no se queja ya cada vez que nos cerramos y tumbamos para dar una curva. Es curioso como el cuerpo por si mismo aprende y se va relajando. Curvas que el primer día entraba en segunda ahora las doy en tercera y con más confianza.

Poco a poco llegamos a Roche en Ardenne. No paramos, ya hemos estado aquí muchas veces y no hay nada abierto, además el GPS nos sorprende y, en lugar de meternos por la carretera principal, nos mete por el centro del pueblo, subimos una fuerte pendiente por una carretera estrecha que nos saca del pueblo y nos mete en un bosque.

Los árboles aún conservan los colores del otoño, todo es marrón y amarillo con algunos toques verdes de vez en cuando. Los árboles, altos, alineados, apenas sin hojas pero muy cerca unos de otros, dejan pasar muy poca luz a la estrecha carretera por la que circulamos solos.

Después de un par de kilómetros, descendemos, giramos a la derecha y enfocamos ya la carretera principal. No sabemos por qué lo ha hecho, pero nos ha gustado este desvío del GPS.

Más curvas, mal asfalto pero buen trazado, continuamos camino hasta llegar de nuevo a Vielsalm, no sin antes pasar por el Spar a comprar alguna cosa que nos faltaba.

Ya son las tres de la tarde, comemos, paseamos y descansamos, que estamos de vacaciones! Mañana va a llover así que no habrá mucha moto.

Categories:

No responses yet

Deja un comentario