Llega el sábado, día elegido para irnos de ruta juntos y conocer las carreteras de la zona.

Sentado en larga mesa del salón, delante del ordenador, escribiendo la crónica de ayer y desayunando tranquilamente, echo un ojo a donde podemos ir hoy.

Javi y Laura se unen a nosotros hoy, vienen desde León para pasar el día y rodar todos juntos.

A eso de las 11 todos ya estamos levantados, desayunados y casi listos para salir. La casa en la que estamos, un alojamiento rural llamado El Mirador de Sanabria, tiene varios tamaños de casa diferentes, nosotros escogimos una casa de 4 habitaciones para estar bien cómodos. La estancia principal, un gran salón con una mesa alargada con 8 sillas, es el sitio perfecto para juntarnos, charlar, compartir experiencias y, por qué no, algún copazo que otro.

Javi llega en coche! Con la moto en un remolque eso si. Han sido previsores, asi cuando se vayan por la noche, no pasarán tanto frío.

El plan para el día no estaba muy claro, pero pronto decidimos, ruta a Bragança a comer y luego, ya veremos, pero a la vuelta tenemos que comprar para prepararnos una barbacoa en la casa.

Rápidamente nos enfundamos los trajes, sacamos las motos del garaje y nos vamos.

Javi y Laura nos guían, ya que se conocen la carretera. Pasamos Galende, llegamos a Puebla de Sanabria y cogemos una carretera dirección sur, de cuyo nombre no puedo (que no, quiero :P) acordarme. Pero qué carretera!

Las cuatro motos serpentean a derecha e izquierda por una carretera con muy buen asfalto, curvas amplias a ratos, a ratos más ratoneras, pero muy muy divertida. El paisaje no es de esos que quita la respiración, pero quién tiene tiempo de mirar para el paisaje! Ya desde primera hora me siento muy cómodo en la moto, también es verdad que vamos sin equipaje, pero después de tanto tiempo sin curvear, hago muchos kilómetros con mucha confianza, sin apurar y sin sustos.

Casi se nos ve a todos, la gopro tapó a Tania 🙁

Disfrutamos de más de una hora de curva y contra curva, entramos en Portugal y nos vamos acercando ya a Bragança. Nos centramos en buscar un sitio para comer, ya que ya es la hora (española) y en Portugal, normalmente las comidas se dejan de servir antes. Así Javi, una vez más, nos guía, aparcamos en el centro de Bragança y nos vamos a comer.

Las chicas siempre atentas, los chicos… en fin, cosas de motos

Encontramos un restaurante que tenía buena pinta y que era ya conocido por, una vez más nuestro guía, Javi y nos sentamos los ocho. Pasamos unas dos horas de comida y sobremesa donde no dejamos de reir, de hablar de motos, de coches, de viajes, de todo un poco.

Vuelta a las motos, esta vez sin ruta definida, así que tras un rato de planificación en el GPS de Jose, salimos dirección Castrelos. De nuevo curvas, buen asfalto durante unos kilómetros y un paisaje montañoso muy bonito a través de Montesinho. Subimos y bajamos, las carreteras se estrechan, se retuercen, hasta llegar a una zona que recientemente había sido devastada por el fuego. Pone los pelos de punta ver tanta destrucción, incluso en alguna zona la carretera se había quemado. Por otro lado, se podía ver ya como en algunas de las zonas quemadas algunas plantas se iban abriendo paso entre tanto negro tizón y, soprendente, marron otoñal en algunos árboles.

A medida que subimos y va pasando el tiempo, son ya las seis y media de la tarde, empezamos anotar el frío en el cuerpo, además a ratos la carretera se vuelve bacheada. Los últimos kilómetros, ya en carretera nacional, antes de llegar a Puebla de Sanabria, se hacen un poco largos, pero llegamos por fin al supermercado a tiempo para comprar la cena: Barbacoa!

De vuelta a la casa, al ladito del Lago de Sanabria, aparcarmos las motos, subimos la moto de Javi al carro para dejarlo todo listo para cuando se tengan que ir, bajamos la compra y vamos preparando cosas.

Una pareja de Palencia, alojada en otra de las casas, ha tenido la misma idea que nosotros: Barbacoa y como sólo hay una para todas las casas, charlamos con ellos para organizarnos. Al final, acabamos pasando parte de la noche, hasta que acabaron de hacer su comida, charlando con ellos, jugando con sus dos perros y pasando un rato muy divertido. Es posible, quizás, que incluso algunos, ya se tomasen alguna cerveza o vino durante este proceso :D.

La larga mesa de ocho, se fue llenando a medida que la parrilla fue acabando de hacer los chorizos, costillas, morcilla, pollo, etc. que Lupo fue cocinando pacientemente.

Entre risas, cervezas, ginebras, rones, vinos y demás, la noche fue cayendo y pasando. Fue una de esas noches que seguramente recordaremos durante mucho tiempo, mucha complicidad, mucho buen rollo, mil historias, mil anécdotas. La noche fue larga, el día mañana lo será también.

Categories:

Tags:

No responses yet

Deja un comentario