La lluvia cayendo por los canalones, y golpeando en los charcos nos despierta a eso de las 7 de la mañana. Amanece un día nublado, con un cielo cerrado que no hace más que descargar agua continuamente y a bien ritmo.

Desayunamos todos juntos a eso de las 8, somos los segundos, tan solo una mujer con un bebé muy gracioso, curioso y despierto, a pesar de las horas, nos acompañan en el comedor.

Hoy nos vamos a visitar, en primer lugar, el Brú na Boinne. Unas construcciones de origen céltico (creo 🙂 ), realizadas hace 5000 años. Para poder visitarlas hay que, primero ir al centro de visitantes, ya que solo se pueden ver con uno de los tours organizados.

Diluvia, no para, pronto descubrimos que nuestras chaquetas, aparentemente resistentes al agua no lo son tanto y nos dan la mañana.

El tour sale justo cuando hemos llegado así que, después de sacar las entradas (gratuitas porque el centro de visitantes está cerrado por obras), salimos caminando por un estrecho camino pasando por varios puentes sobre el río. Un río que baja caudaloso y a gran velocidad, aunque me sorprende mucho que apenas si hace ruido a pesar de lo rápido que desciende.

Nos subimos en un bus, que en unos 5 minutos nos deja en el sitio en cuestión. Allí una guía nos cuenta la historia de estos monumentos, construidos bajo tierra hace miles de años y que servían para hacer determinados ritos, posiblemente religiosos. Nosotros solo visitamos uno de ellos, pero hay varios distribuidos por la zona.

La construcción, desde fuera, es aparentemente una colina en el medio del campo, con su césped por encima y rodeado de piedras por la parte inferior.

Pero en punto tiene una pequeña entrada, con una pequeña ventana. El acceso es muy estrecho, a penas si cabemos de lado y, a veces, tenemos que agacharnos para no darnos en la cabeza. Es un recorrido y de apenas unos metros, que nos lleva al centro de la supuesta colina, pero en el interior. No se pueden hacer fotos ni usar móviles. De forma muy amena, la guía nos explica para que servía esa construcción, cómo decía antes, probablemente para celebrar ciertos ritos.

En el centro de la estancia, de forma redonda, apenas cabemos las 15 o 20 personas que hemos entrado. El techo aquí es alto y abovedado. Está formado por grandes piedras intercaladas que van cerrando en hueco hasta coronar con una gran piedra que, según los dice la guía, tiene más de un metro de grosor. La mayor parte de la construccion se conserva exactamente igual a cómo fue realizada hace 5000 años.

Es un sitio altamente recomendable para visitar y vivir una pequeña experiencia atemporal y, porqué no decirlo, «atecnologica» ya que durante unos 20 minutos ni móviles ni cámaras pueden ser utilizados, con lo que consigues meterte de lleno en la experiencia del Brú na Boinne.

Fuera ya, ahí si nos hicimos unas fotos, dimos una vuelta y volvimos en el bus de vuelta.

Nuestra ropa, debajo de las chaquetas, está empapada también, así que cuando llegamos a la furgoneta nos esmeramos en estirar y colgar nuestros atuendos para que se sequen lo antes posible.

La siguiente visita era el castillo de Trim. Viajamos unos 40 minutos por carreteras estrechas y serpenteantes, arriba y abajo. No hay grandes montañas en esta zona, ni siquiera las carreteras,muchas veces sin arcén y flanqueadas por altos setos o árboles que te hacen sentir que estás encajado, pero me acordé de la moto en muchas partes del recorrido.

Aún lloviendo llegamos a Trim, parte de nuestra ropa aún sigue mojada, así que improvisamos un poco para no cogernos una pulmonía.

Hacemos el tour corto, ya que subir a la torre se nos antojan demasiadas escaleras. Damos una vuelta alrededor de las ruinas, pedimos en la entrada información en español y nos la dan un folleto grande con toda la historia. Del castillo se conserva intacta la torre principal, parte de la muralla y algunas de las puertas que esa muralla tenía. Me encanta estar en este tipo de sitios e imaginar sobre el terreno lo que estarían haciendo los habitantes del castillo.

Un buen rato y unas cuantas fotos después, azuzados ya por el hambre, salimos del recinto del castillo y nos fuimos en busca de un sitio donde comer. Encontramos un pub cerca y allí nos metimos.

Ha parado de llover, de hecho ha salido el sol, mientras cogemos la autopista camino de Galway, por fin nuestras chaquetas de van secando en el interior de la furgoneta.

Nos salimos de la autopista para evitar una zona de peaje y volvemos a las estrechas carreteras, poco antes de entrar en Galway.

Llegamos al B&B, descargamos y nos vamos al centro de la ciudad. Aparcamos la furgoneta en un parking de la empresa qpark. No es que me paguen publicidad, pero es un parking realmente alto y cómodo si vas con este tipo de vehículo.

Nos dimos un paseo por la calle principal, hay mucha gente, mucha más de la que esperábamos. Cada poco nos deleita, de mejor o peor manera, con su musica.

En la plaza de Eyre nos sentamos en un pub a tomar una cerveza. En este, como en todos los que hemos visto hasta ahora, también están dando deporte en la tele. Ya sea rugby, fútbol americano o fútbol, siempre hay deporte.

Pasamos un rato entretenidos charlando y discutiendo de muchas cosas distintas y nos vamos a cenar.

De nuevo elegimos un pub, desde luego los estamos probando todos :). Los pubs son la mejor alternativa para comer. No son tan caros como un restaurante y, aunque no tienen gran variedad de comida, siempre tienen algo que te puede gustar. Además su cocina cierra más tarde normalmente. En este el único problema es que la música estaba demasiado alta y había mucho ruido. Eso, hasta que empezó la música en directo, momento en el que el volumen subió aún un poco más.

Por suerte ya casi habíamos acabado cuando esto pasó.

Caminamos hasta el parking, volvimos al hotel y a descansar, mañana toca más turisteo!

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