– «Me voy a bajar » – dije refiriéndome al autobús turístico -» cojo un taxi y voy al parking, el conductor dice que no llegamos antes del cierre del parking en 15 minutos»… apenas 10 minutos después allí estaba yo, ante la puerta cerrada del parking dónde tenemos nuestra furgoneta…

Dublín nos despertaba hoy con frío y un cielo despejado. Nuestro plan para hoy era aparcar la furgoneta cerca de una de las paradas de uno de los autobuses turísticos que incluye nuestro Dublín pass y, desde ahí, empezar a visitar la ciudad.

Así lo hicimos, pertrechados con chubasqueros y paraguas, ya que la previsión decía que iba a llover, cumplimos nuestro objetivo y a eso de las diez y cuarto de la mañana estábamos en la parada del autobús esperando a que llegase. Dejamos el coche en el parking del museo de arte moderno, que es amplio y al aire libre, así no tenemos problemas con el techo de la furgoneta :).

Nos bajamos en la parada 23, cerca de la destilería Jameson y, aunque es un poco pronto para tomar whisky, vamos a, al menos, reservar un tour ya que recomiendan hacerlo con antelación.

Tenemos la suerte de cara, en media hora podemos entrar, preguntamos si tienen información en español y nos dicen que esperemos que puede que nos hagan el tour completo en español, si hay suerte. Y la hay, inmediatamente una chica viene a buscarnos y no dice que en 5 minutos empezamos. Hacemos el tour nosotros solos con todas las explicaciones en español, triunfo!

Nos explican la historia de la destilería, cómo se fabrica el whisky y hacemos una cata del mismo.

En poco más de media hora salimos y nos tomamos en el bar la copa que está incluido en la entrada.

Seguimos caminando, esta vez hacia la Christian church, que está cerrada por la mañana y seguimos hacia el Dublín castle.

Dublín, al menos en esta zona, es una ciudad de casas relativamente bajas, sin grandes edificios, quitando los destacados edificios históricos. Caminamos alrededor del castillo, que en realidad no lo parece ya que han construido a su alrededor otros edificios, suponemos que destinados a las oficinas del ayuntamiento, además de que la torre está en obras y tiene una parte andamiada.

Visitamos un pequeño parque detrás del castillo muy bien cuidado y con varios monumentos en el.

Cometemos el error de dirigirnos hacia la catedral de Saint Patrick. Y digo error, porque estábamos empezando a estar hambrientos y deberíamos haber ido hacia el Temple bar a comer. Cuando llegamos a la catedral, intentamos buscar un sitio donde comer y resulta misión imposible.

Nos tomamos un café, para engañar al estómago y visitamos la catedral.

La entrada está incluida en el Dublín pass, así que no tenemos que pagar nada extra. Damos unas cuantas vueltas por el interior, reconozco no sentirme ya demasiado impresionado por las catedrales, aún reconociendo el mérito arquitectónico y la belleza de las vidrieras, cuadros, figuras y demás, no son algo que me apasione o impresione tanto.

Quizás por el hambre, no disfruto demasiado de la visita, a pesar de estar donde estamos. Si hay algo que he aprendido con los años es que la impresión que te llevas de una ciudad o un monumento, depende mucho del estado de ánimo y nivel de cansancio que tengas cuando la visitas.

Salimos de nuevo a la calle, caminamos de nuevo hacia la Christian church en busca de la zona del Temple bar, pero encontramos un restaurante antes y allá que vamos.

Comemos tranquilos, cómodos y con calma. Casi solos en el sitio y bien atendidos. Acabamos casi a las 17, así que decidimos caminar para coger el bus turístico otra vez y aprovechar que lo tenemos. El bus recorre varias calles durante un rato y nos deja en la parada 1, en la que tenemos que esperar hasta las 18. Esperamos dando un paseo por la zona más bulliciosa y concurrida de la ciudad.

Tenemos que sacar el coche del parking antes de las 19 y vamos a usar el bus turístico para transportanos.

Nos subimos en él y salimos puntuales, después de unos 10 minutos seguíamos estancados en una calle. El tráfico es caótico y está completamente bloqueado. Mientras se va haciendo de noche y el frío empieza a apretar, continuamos circulando muy lentamente entre el caótico tráfico.

Son las 18:40 ya y no tenemos claro que vayamos a llegar, le pregunto al conductor y me dice que no cree que lleguemos antes de las 19. Me recomienda coger un taxi e ir al parking directamente y eso hago.

Salgo del bus dejando al resto del grupo solo y trato de coger un taxi. Un par de minutos después consigo parar uno y me subo… A donde vamos? Por suerte aún tengo la app de los autobuses abierta y le digo al taxista donde quiero ir.

En cinco minutos llegamos a la puerta, pago, bajo del taxi y las puertas del recinto están cerradas.

Pregunto a unos chicos si saben si hay otra puerta y me dicen que creen que no.

Y ahora? ?Todavía faltan cinco minutos para las 19, con lo que no debería estar cerrado. Busco el teléfono del sitio y en estas llega otro coche que se enfoca a la puerta y una chica se baja. Le pregunto si sabe cómo entrar y me dice que si, que hay que llamar a un timbre. Ellas van también a sacar un coche, así que me invitan a subir con ellas. Estamos salvados!

Les doy mil gracias, salgo del parking, aparco dónde puedo y espero al bus a que el resto del grupo llegue.

Una vez liberado el estres y la tensión del momento, llegados al hotel, cenamos tranquilamente y comentamos cómo ha ido el día.

Mañana último día de visita, de nuevo por Dublín.

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