El hotel Terrace está en a Bettendorf, a apenas 13 kms. al sur de Vianden, carca de la frontera con Alemania. Es un sitio pequeño, 26 habitaciones, familiar, relativamente nuevo. Un buen lugar apartado de todo, no hay ni supermercados, tranquilo, al lado de una granja, pero con unas vistas tremendas.

Nuestra habitación es grande, más de lo que esperábamos, con una zona de espera a la entrada con cuatro sofás pequeños y una mesita.

El sábado comienza con un paseo en busca de desayuno, ya que el hotel solo lo sirve a la habitación si lo reservas, junto a la habitación y además sale muy caro.

No abastecemos en una patisserie, nos vestimos y salimos. Hoy es un día de curvas, sin más. El objetivo es disfrutar de la carretera y hacer una ruta de unas tres horas y pico. Después de mucho tiempo podemos decir, además, que va a hacer calor!

Salimos dirección sur, no pasan ni cinco minutos y el Tomtom ya nos lleva hasta una pequeña carretera por la que no se puede seguir. Esto es más que habitual, sobre todo si usas el “calcula ruta divertida” del Tomtom my drive. Damos la vuelta y seguimos por la carretera principal. Circulamos entre árboles, no es una zona especialmente montañosa pero si tiene continuas subidas y bajadas.

Pasamos Larochette y continuamos hacia Beaufort. La ruta nos regala buen piso y curvas y más curvas. Hacemos una bajada y llegamos al castillo, los dos a la vez exclamamos “ya hemos estado aquí!” En un viaje anterior, pero esta vez en coche.

No nos detenemos, el calor aprieta y la zona del castillo está repleta de coches y gente caminando.

Echternacherbruck era el siguiente punto de paso, la idea era circular paralelo al río, cruzar esta población de nombre impronunciable y volver hacia el norte por el otro lado del río. Pero la susodicha villa tenía una larga lista de calles cortadas, obras y coches, muchos coches. Así que después de varias vueltas alrededor del casco urbano, decidímos escapar del calor abrasador y del tráfico hacia el sur, buscando de nuevo el río y cruzando al otro lado cuando se pudiese.

Cinco minutos de carretera y estamos de nuevo en el camino correcto. Cruzamos el río a través de un viejo puente y viramos a la izquierda, camino de Vianden.

La carretera por este lado del rio es completamente diferente, estrecha, sin tráfico, con el bosque a nuestra derecha y campos y el río a nuestra izquierda. A ratos, la sombra de los árboles, nos dejaban refrescarnos un poco, después del calor que habíamos pasado dando vueltas por la ciudad. Así que encontramos una pequeña entrada a la sombra y nos paramos. Un poco de agua, unas fotos, descansamos y volvemos a la ruta.

Unos veinte minutos nos separaban de Vianden, ciudad de la que estamos enamorados desde que vinimos por primera vez y que nunca nos defrauda. A través de una curveada carretera llegamos a un cruce, giramos a la derecha y allí, de frente, majestuoso, en lo alto de la colina, se encuentra el imponente castillo de Vianden.

Damos un par de vueltas buscando un sitio donde dejar la moto a la sombra, hasta que por fin A. ve uno y allá vamos. La pequeña ciudad está llena de turistas y de motos, ya os decía aquí que es una ciudad de motos 🙂

Después de un breve paseo nos sentamos en una terraza con vistas al río y al puente y disfrutamos de una trucha de la zona, que ya teníamos hambre.

Vuelta a la moto, desempaquetamos las chaquetas, cascos y demás inventario que habíamos dejado en la moto, ventajas de haber dejado el equipaje en el hotel, y seguimos viaje.

La sorpresa del día era que, esta misma mañana descubrí, que la ruta que yo había trazado en casa, pasaba, sin yo saberlo, por la tremenda carretera que os describí ayer. Vuelta al parque natural de la Haute-Sure.

El calor, rondando los 30 grados, no disminuyó ni un ápice el disfrute de las próximas horas. Pasando de una carretera a otra, entre montañas, a ratos carreteras más anchas, a ratos más estrechas, la gran mayoría con un piso inmaculado.

De nuevo llegamos a una carretera cortada por obras y no podemos coger la N320 que nos lleva a través del parque natural. Damos varias vueltas y no hay manera, así que una vez más, cogemos la única carretera que parece llevarnos a algún sitio y la seguimos hasta que a base de instinto y dando trabajo al GPS, llegamos a la ruta. Pero nos hemos perdido parte del camino, así que nos dirigimos en sentido contrario al que la ruta se supone que sigue hasta que no podemos seguir más, damos la vuelta y hacemos la carretera de nuevo completa 🙂

Le hemos estado dando trabajo a la GoPro del casco hoy y esta parte que viene no va a ser menos. Bajamos una larga pendiente, con curvas de 180 grados a un lado y a otro hasta llegar a un cruce que reconocemos: “aquí estuvimos ayer!”. A. pone la cámara a grabar, pero “no tiene batería!”. Hacemos un par de kilómetros, deliciosos, curvas paralelas al río, que tenemos a nuestra izquierda, mismo camino que ayer pero en sentido contrario y decidimos parar a cambiar la batería de la cámara.

Paramos al sol, hacemos un cambio rápido de batería y salimos… de vuelta a donde empezamos. Con la excusa de grabar ese trocito, volvemos al cruce anterior, solo para dar la vuelta y disfrutar de la carretera otra vez. Hoy el día era para esto, disfrute de moto y así fue.

Dejamos el parque natural, pero seguimos curveando y paramos a buscar un sitio donde comprar algo para desayunar mañana. Intentamos entrar en un centro comercial en Diekirch, pero no fuimos capaces,jajaja. Así que hicimos una parada a la sombra, buscamos un Lidl y allá que nos fuimos.

Después de hacer la compra, teníamos que volver al hotel, que estaba relativamente cerca, a unos 3 o 4 kilómetros, pero el GPS nos daba un rodeo y nos mandaba por otro camino. Como no teníamos prisa, aceptamos la ruta y nos pusimos en camino.

Y así es como acabamos en Brandeburgo, no, no el de Alemania, el de Luxemburgo. Una carretera estrecha y ratonera baja hasta el fondo de un valle. Un pequeño giro a la derecha y ahí está, el pequeño pueblo con un castillo semiderruido en la parte alta. Queremos acercarnos a él, pero la primera entrada que vemos dice ser un fondo de saco, así que seguimos hasta la siguiente. Una estrecha carretera se mete entre árboles, la temperatura baja del orden de 3 o 4 grados, que gusto!

Poco a poco vamos subiendo, tornanti tras tornanti seguimos subiendo dejando el castillo a nuestra izquierda y saliendo de la zona sombreada. Damos la vuelta :). Volvemos al pueblo, volvemos a disfrutar del fresquito e intentamos llegar de nuevo al castillo a través de la calle que dice ser un fondo de saco. Y como siempre, acabamos, después de subir una empinada y estrecha cuesta en un cruce de caminos por el que no se puede seguir. Media vuelta y para abajo. Se acabó la caza del castillo :).

Ya de vuelta al hotel, ducha rápida y refrescante y a cenar. Un par de mojitos para celebrar qué día tan grande hemos pasado y a dormir. Mañana volvemos a casa.

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